viernes, 17 de octubre de 2014

"El justiciero"

Todos conocemos el camino del héroe. Un ser que llega en el momento justo a solucionar los problemas que nadie es capaz de resolver. Ponerle un coto a las aspiraciones del villano y así resolver el film en cuestión. Y no por obvio deja de ser interesante. Puede tener un final feliz, trágico o abierto, pero más o menos la ecuación ya la conocemos. Pero lo mágico del cine es que aún sabiendo los atajos a transitar, sus protagonistas nos emocionan, nos tensionan y nos suspenden en sus azares. Y para esta intención, Denzel Washington parece ser el actor ideal. Su presencia todo lo puede. Un manejo de los silencios como pocos y una impronta que genera empatía, incluso en las peores atrocidades. Nos convenció en “Hombre en llamas”, en “John Q” y en “El vuelo”. Y con “El justiciero”, vuelve a ponerse bajo la dirección de Antoine Fuqua, con quien brilló en “Día de entrenamiento”, papel que le valió nada menos que un Oscar.

Robert McCall es un ordinario, metódico y monótono hombre de la ciudad de Boston, que tiene como único recreo leer los libros que le hubiese gustado leer a su mujer, en un bar a la insólita hora de las dos de la madrugada. De refilón, interactúa con Alina Teri (Chloë Grace Moretz), una prostituta rusa que espera por su clientela en la barra del mismo bar. No tiene otra rutina, que por la mañana trabajar en un hipermercado, cenar temprano y después partir a su periplo nocturno. Aunque también se hace un tiempo para entrenar a su compañero Ralphie (Johnny Skourtis), quien necesita bajar de peso para entrar en la policía. Poco sabemos de su historia, aunque su primera performance asesina, nos demuestra que fue un agente de algo que merodeó más de un infierno. Por lo que imaginamos, le llegó la hora de su redención.

El punto de giro no es ayudar a su nueva amiga Alina a cambiar de vida, tampoco ser el Batman de Boston; sino hacerle frente a la mafia rusa que lo busca para vengarse por haberse metido donde nadie lo llamó. Acorralado y ciego por desconocer al enemigo; nuestro silencioso héroe recurre a una vieja conocida de su época de vaya uno a saber qué, para recabar datos. Y la sentencia la dio ella, al comentarle a su marido el por qué de su visita: “No vino a pedir ayuda, vino a pedir permiso”.  Y aquí sí comienza realmente el film. Lo más corrosivo de Alonzo Harris, el policía corrupto de “Día de entrenamiento”, más lo ingenioso de nuestro admirado John Creasy (“Hombre en llamas”) y la frialdad asesina de Frank Lucas (Gangster americano), para darle astucia y ferocidad al bueno de Robert MCCall. Un Denzel Washington en su estado más puro.

Basada en la serie televisiva “The Equalizer”, protagonizada por Edward Woodward y emitida entre 1985 a 1989 (ochenta y ocho episodios); y con los elementos de acción que mejor le caben a Hollywood y al mismo Denzel Washington, el film se viste de sorpresa como otrora lo hicieran Liam Neeson con “Búsqueda Implacable” y Jean Reno con “Perfecto asesino” y “El inmortal”.

Para los amantes de la acción, la película del semestre; para los fanáticos de Washington, lo esperado; y para los cinéfilos, un thriller narcótico que atrapa durante los ciento treinta y dos minutos de duración. Ya estamos a la espera de una secuela.

Dirección: Antoine Fuqua.
Guión: Richard Wenk.
Elenco: Denzel Washington, Marton Csokas, Chloë Grace Moretz, David Harbour, Haley Bennett, Bill Pullman y Melissa Leo.
Duración: 132 minutos.

Por Mariano Casas Di Nardo
@MCasasDiNardo

jueves, 2 de octubre de 2014

“Delirium”


“Delirium” es una doble estafa. Por un motivo más que concreto: cuenta de forma precaria, una historia pobre. Todo de forma elemental, transitando los caminos de lo obvio y recurriendo a figuras estelares como para dejar en claro que se contaba con recursos que sus directores decidieron no utilizar. El problema es que en plena época de redes sociales y de ultra exposición, a nadie asombra ver a los famosos protagonizando roles ajenos a su profesión. Ver a Susana Giménez, a Diego Torres y a Guillermo Andino, entre otros, en la película no produce más que una mueca. Mientras que verlo a Ricardo Darín así de expuesto, da pena.

Lo mejor de “Delirium” son dos cuestiones bien marcadas. La primera es su poca duración, por lo que la tortura visual no nos genera una hemorragia mortal. Y lo segundo e importante, en estos tiempos donde lo más difícil es darle un final acertado a cualquier film en su momento justo; la cinta de Carlos Kaimakamian Carrau, en su epílogo queda a la deriva. Podríamos estar hablando de la primera película de la historia en no tener un final. No abierto, menos subliminal. Para no desilusionar (aún más) al espectador con un final desacertado, es mejor que no tenga.

La película cuenta la historia de tres amigos, entre perdedores y deficientes, que desean salir del letargo en que se encuentran y para ello planean dar un golpe que los haga millonarios no sabemos, pero sí adinerados. Y qué mejor que filmar una película con la figura de Darín como protagonista. Una ecuación como la de Darín igual a éxito, que no resulta ni en la ficción ni en la realidad. “Cine en el cine” pensaba Woody Allen mientras craneaba “La rosa púrpura del Cairo” en algún barcito de su Manhattan querida; igual que el ganador del Oscar por “El secreto de sus ojos”, al lamentarse tanto en el bosque como en el set de filmación “qué hago acá con estos improvisados”.

Lo dicotómico de “Delirium” es que nos hace pasar del humor absurdo a la tensión en escasos segundos. Risa porque tiene momentos donde alguna sonrisa se nos escapa y dramatismo cuando desconocemos las razones que llevaron a un actor de reconocimiento internacional como Ricardo Darín a compartir escenas con actores anónimos. Por otra parte, su director nos muestra que el protagonista de “Nueve reinas” y Hernán "Curly" Jiménez también pueden actuar mal. O sea, toda una novedad. 

Nada los salva de la catástrofe. Ni la acertada inclusión de Diego Torres, menos la de Susana Giménez. Sólo un destello de buen cine, cuando uno de los amigos le explica a otro, su plan en una libreta que se escribe y se borra automáticamente.

Si “Delirium” puede quedar en puntos suspensivos, también puede hacerlo esta crítica… como para equilibrar todo. Profundizar más, ya sería saña.

Guión y dirección: Carlos Kaimakamian Carrau.
Elenco: Ricardo Darín, Ramiro Archain, Emiliano Carrazzone y Miguel Di Lemme.
Duración: 84 minutos.

Por Mariano Casas Di Nardo.